El embarazo provoca dolor lumbar y pélvico, que no es grave, pero es señal de que un bebé está creciendo en tu vientre.
Hay varios fenómenos asociados:

El volumen del útero aumenta y los ligamentos que lo sostienen en la pelvis se estiran. La embarazada puede experimentar dolor en el bajo vientre y las piernas.

Durante el embarazo, las hormonas también son responsables de un cambio fisiológico. La relaxina es una hormona que favorece la relajación de los tejidos conjuntivos, ligamentos y tendones para facilitar el parto vaginal, pero esto provoca inestabilidad en la estática pélvica.

El centro de gravedad se desplaza hacia delante debido al peso del útero y los pechos.

Los músculos de la espalda tienen que trabajar constantemente para equilibrar la pelvis, por eso los músculos de la espalda se contraen y causan dolor. Los músculos de la espalda y los abdominales son antagónicos. Pero también se complementan para sostener el tronco, por eso es importante que haya un equilibrio entre ambos.

Las tensiones mecánicas en el sistema musculoesquelético de las articulaciones que soportan peso, como la columna lumbar, la articulación lumbosacra, las articulaciones sacroilíacas y la sínfisis púbica, provocan una serie de dolores que pueden mejorarse con el uso del cojín.

La mujer embarazada corre el riesgo de sufrir problemas circulatorios durante el embarazo. El peso del útero comprime la vena cava inferior, que drena la sangre de las piernas hacia el corazón, lo que provoca retención y puede dar lugar a la formación de varices y hemorroides, sobre todo si la mujer es sedentaria. El apoyo de los isquiones en posición sentada provoca una menor vascularización, ya que las venas y los vasos pasan a través de él.

El perineo se pone a prueba durante el embarazo. El útero y el peso del bebé ejercen mucha presión sobre el perineo, que es el suelo que sujeta las vísceras. Se debilita y se afloja a partir de la 12ª semana. Es importante reforzarlo.

¿Por qué sentarse en el cojín?

El primer interés reside en la mejora de la postura. Para mejorar la estática de la columna vertebral, en posición sentada, es necesario ejercer un autocrecimiento hacia arriba evitando apoyarse en el respaldo. El cojín reactiva los músculos eréctiles de la columna vertebral y permite una posición natural con mejora de las tres curvas de la columna vertebral.

Una ventaja adicional de sentarse en el cojín es que se consigue un entrenamiento suave. Fortalecer músculos profundos como el transverso abdominal es posible con el cojín. La inestabilidad imperceptible y la corrección automática de nuestra postura sobre el cojín hacen trabajar nuestra faja abdominal profunda sin sentirlo.

Un interés adicional del cojín reside en el perineo. La forma y la dinámica del cojín ayudan a la embarazada a sentir mejor el perineo para fortalecerlo. Reduce la presión sobre este músculo, lo que permite una mejor vascularización, una mayor libertad de movimiento para contraerlo, pero también ayuda a que se relaje en el momento del parto. En el posparto inmediato, permite que el suelo pélvico descanse gracias a su forma recortada, que evita la presión sobre una posible episiotomía o una sensibilidad temporal ligada al parto.

Es, por tanto, un aliado de la mujer embarazada para su comodidad durante el embarazo, pero también en el posparto inmediato y después. Mejora la circulación sanguínea al reducir la presión sobre el suelo pélvico y por los movimientos imperceptibles de la pelvis. El cojín tiende un puente entre la asimetría del cuerpo, a veces aumentada por la inestabilidad ligamentosa ligada al embarazo, y la simetría del mobiliario. Adoptar el cojín a lo largo del día ayudará a la embarazada a vivir su embarazo con más serenidad, así como el periodo posterior a la gestación.